AsCo
Así prosperamos. Así nos enriquecimos. Así llegamos a un punto de desarrollo tal que no pudimos sostenerlo con nuestros propios medios. Y llegaron los inmigrantes, para recoger la basura de nuestra sociedad de obesos, para respirar los fertilizantes que intoxicaban nuestros pulmones, para hacer los trabajos que nuestros parados se negaban a hacer. Y mientras las vacas engordaron, todo fue diálogo, interculturalidad, derechos humanos y mutuos beneficios. Hasta que ya no engordaron más. Su flaqueza ha traído consigo -en plena Eurocopa, eso sí, para que no nos enteremos mucho- la versión comunitaria de Guantánamo, centros de detención sin control judicial donde encerrar a los ilegales hasta 18 meses, y desde donde hasta los niños pueden ser expulsados en cualquier momento hacia un país que ni siquiera sea el suyo.